

El origen de la cocina al fuego es ancestral, pero ¿alguna vez se han preguntado cómo se originó la parrilla?
La primera leyenda y la más popular se remonta a los años 1600 en Francia. Se cree que el primer contacto con la parrilla moderna surgió debido a que un barón se negó a pagarle al herrero Phillipe Ledoux por el exceso de material que había adquirido para la construcción de unas vallas de su chateau. Por lo que, a modo de venganza, el herrero utilizó los restos de hierro para cocinar carnes sobre ellas frente a la residencia del barón.
Al principio, esto generó mucha curiosidad, pero al poco tiempo, el olor desprendido por la cocción de las carnes hizo que los presentes quedaran maravillados. El barón, igual de sorprendido que muchos, decidió probar y para su sorpresa quedó fascinado con el gusto de los cortes, al punto que decidió pagarle al herrero para que continuara preparando más carnes sobre el hierro a fuego vivo, creando una tradición que se popularizó cada vez más.
Otra historia relata que la parrilla nació en Argentina. Se dice que los asados, como se les conoce en dicho país, existen en su cultura desde el siglo XIX. Es durante esta época en la que con ayuda de rejillas de hierro forjado tensaban los cueros mientras se secaban. Consecuentemente, utilizaban las mismas rejillas para asar los restos de carnes que obtenían de los animales.
Finalmente, se dice que en Uruguay, tras una ley de amnistía dictada en 1832, varios presos políticos fueron liberados, lo cual provocó que se celebrara una gran fiesta donde el principal propósito era desmantelar la cárcel de Colonia del Sacramento. Se arrancaron puertas y rejas y a modo de rejilla, improvisaron la cocción de reses con ellas, dando así origen a la parrilla moderna.
En conclusión, hay muchas historias que dan cuenta del origen de la parrilla, y aunque a ciencia cierta no sabemos cuál es la verdadera, nos han enseñado que lleva desarrollándose por mucho tiempo, y que la simpleza de la cocción permite que los sabores de los insumos sean los protagonistas siempre.
Además, no solo incrementan el sabor de los alimentos, sino que también matan bacterias, patógenos o cualquier otro microorganismo haciendo que sea seguro de consumir.